En las profundidades del Mar Argentino, la industria del langostino es una fuente vital de alimento y empleo. Sin embargo, junto con su apreciado contenido, esta industria también genera una cantidad significativa de residuos, en particular, los exoesqueletos (cabezas y cascaras) de estos crustáceos. Pero ¿qué pasaría si te dijera que estos residuos son mucho más que eso? Más que desechos, son una mina de oportunidades sostenibles y de beneficios ambientales.
Los exoesqueletos, esas capas protectoras que una vez cubrieron a los langostinos, no deberían ser considerados simplemente como restos inútiles. En realidad, esconden una serie de valiosos subproductos que pueden ser aprovechados por distintas industrias, desde la alimenticia hasta la farmacéutica o médica.
Dentro de estas capas exteriores se encuentra la quitina, una sustancia que puede extraerse y procesarse para obtener quitosano. Este último material muestra propiedades antimicrobianas y de retención de agua, lo que lo convierte en un candidato ideal para recubrimientos de alimentos y productos médicos. Pero eso no es todo. Los exoesqueletos también albergan proteínas en cantidades significativas y de alta calidad, que pueden ser extraídas y utilizadas en la industria alimentaria como ingredientes funcionales o en la fabricación de piensos para animales. Además, estos restos contienen astaxantina, un poderoso antioxidante y pigmento natural con aplicaciones en la industria de alimentos, suplementos dietéticos y productos cosméticos.
Más allá de la variedad de subproductos valiosos, el proceso de aprovechamiento de los exoesqueletos puede generar un impacto ambiental positivo. En la actualidad, muchos de estos residuos se queman o se entierran, contribuyendo a la contaminación del aire y del suelo. Al utilizarlos de manera inteligente, podríamos reducir esta carga ambiental y, al mismo tiempo, generar empleo en la recolección, procesamiento y comercialización de estos subproductos.
Es hora de cambiar nuestra perspectiva. Debemos comenzar a ver los residuos de una industria como la materia prima de otras, aprovechando su potencial para generar recursos valiosos y beneficios sostenibles. Al transformar los exoesqueletos en quitina, quitosano, proteínas y astaxantina, no solo estaremos desbloqueando nuevas oportunidades comerciales y laborales, sino que también estaremos promoviendo la conservación ambiental al reducir la cantidad de desechos.
UTN Mar del Plata
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