Domingo de invierno en Mar del Plata. Ya sabemos, frío, sueño, la cama lo es todo. Cualquier plan nos tienta poco, sobre todo, estudiar. Pero quizás podamos imaginar un cambio de rumbo y transformar esa mañana en algo distinto y memorable. Entonces, tuvimos una idea: ¿y si armamos en un astillero profesional un juego de ingeniería en el que cuatro equipos de estudiantes comandados por docentes intenten de resolver un problema concreto de la profesión, por el mejor tiempo y por la gloria? Bien, lo hicimos, y estuvo buenísimo, y te lo queremos contar.
La materia es Teoría del Buque 1, una asignatura troncal, importante, de esas que nos hacen sentir que ya estamos cambiando nuestra vida en serio. Los y las valientes estudiantes que se animaron fueron: Ulises Arias, Lucas Castro, Franco Dehesa, Nicolas Gómez, Kurt Hoffmann, Agustín Marcozzi, Luana Montes De Oca, Facundo Ríos, Stella Maris Roldán, Juan Manuel Tristán, Camila Valiente, Juan Ignacio Yachinto, Daiana Malena Zalazar. Y los profes, no menos valerosos: Tomás Fahey Martínez, Ohanes Tatarian, Emanuel Saya, Agustin Bencscez, Julio Giménez y Néstor Machado Susseret. Teníamos que mencionar a esta comitiva tecnológica porque no todos los días se diseña y se realiza un dispositivo de aprendizaje que sacude, conmueve y que nos permite repensar la enseñanza en ingeniería desde una perspectiva lúdica, aunque sin abandonar el rigor por lo que estamos haciendo. Ya los sabemos, las carreras de ingeniería muchas veces soportan el injusto peso de ser una cima inconquistable, seria y difícil. Cambiar esa narrativa es fundamental. Ese domingo comenzamos a escalar la cima, pero por otro camino.
Pero entonces qué, ¿qué paso?
Uno: transformamos el astillero Tecno Pesca Argentina (TPA) en un “aula efímera”, es decir, no solo en un espacio para estudiar, sino un espacio para atravesar y conquistar con el cuerpo. El dispositivo surge del CREA (Centro Recursos para la Enseñanza y el Aprendizaje), un espacio clave interesado en pensar qué y cómo aprendemos, aterrizado en nuestra sede desde el año pasado. Néstor Machado S., lleva el timón y es quien le ofreció a la comitiva naval la posibilidad de que sus estudiantes sean profesionales por un domingo.
Dos: armamos cuatro equipos, un guión, un problema real, en este caso una hélice dañada, 23 minutos para resolverlo, acertijos, dificultados, equipamiento profesional… y un premio.
Tres: que del papel, la idea, el sueño, pasamos a la acción: lo hicimos, jugaron, aprendieron, aprendimos y hubo un equipo ganador. Fue el verde, digamos sólo eso. La victoria fue todos y todas.
Esa noche tres estudiantes y un docente fueron a comer a QUBA, un restaurante hermoso de la ciudad que les regaló la cena al equipo que presentó la mejor solución profesional. No fue tan mala idea levantarse de la cama, ¿no?
UTN Mar del Plata
Aprendemos del mar