El impulso para la creación de carreras universitarias vinculadas a la industria naval se originó a mediados del siglo pasado a partir de las necesidades del sector, que tuvo su época de mayor desarrollo cuando el Estado contaba con una flota marítima y fluvial de bandera y era el principal armador del país.

En la actualidad, las universidades de Buenos Aires (UBA), Tecnológica Nacional (UTN) y de Quilmes (UNQ) cuentan con propuestas formativas vinculadas a la industria, que hoy vuelve a requerir una activa participación del Estado para su crecimiento y mayor inserción en el escenario global.

En diálogo con el Suplemento Universidad, Alejandro Martínez, decano de la Facultad de Ingeniería de la UBA, donde se dicta la carrera de Ingeniería Naval y Mecánica, afirmó que esta oferta académica “es de vital importancia para el país”, ya que “permite el mejor aprovechamiento de nuestro mar y de nuestros ríos como fuentes de recursos para el desarrollo nacional”. En ese sentido, consideró crucial su promoción, a fin de “poder desarrollar recursos humanos de calidad y en cantidad, acorde a una planificación estratégica de nuestro país”.

A la vanguardia

 

En la Facultad de Ingeniería de la UBA, la carrera “se creó en plena expansión de la industria naval, en consonancia con la creación del Astillero Río Santiago y con el plan Esteverena”, apuntó su director, Marcos Schifman, en diálogo con este Suplemento. La propuesta formativa comenzó a dictarse como posgrado de Ingeniería Civil, en 1942. Luego, pasó a integrar la oferta de grado, entre 1948 y 1949.

En la actualidad, Ingeniería Naval y Mecánica está orientada a quienes se interesan “en el estudio y la ingeniería de todo lo que flota: buques, embarcaciones de todo tipo y otros artefactos navales”, puntualizó Schifman.

Desde la casa de estudios buscan preparar a los y las estudiantes “para afrontar distintas formas de ingeniería”: la producción, el diseño y análisis, lo comercial, la actividad naviera e, incluso, la actividad académica.

Un aspecto para destacar es que la Facultad cuenta con un Canal de Experiencias de Arquitectura Naval (CEAN). Creado en 1962, está compuesto por un canal de aguas tranquilas de 72 metros de largo, un generador de olas y un túnel de cavitación para el ensayo de hélices. Según Schifman, se trata de “una instalación única en el país y de suma relevancia en la región”.

Allí se realizan prácticas de hidrodinámica naval, como ensayos de resistencia al avance en aguas tranquilas, en aguas restringidas y ante un tren de olas, entre otros. “Es un espacio de formación para estudiantes, docentes e investigadores que nos permite, además, establecer una red de intercambios con otras instituciones educativas en el mundo para formación de grado y posgrado”, destacó el director.

Asimismo, el laboratorio provee servicios tecnológicos a astilleros, armadores y estudios de ingeniería, los cuales amplían la base de conocimiento acumulada y, al mismo tiempo, permiten a los y las estudiantes “presenciar ensayos reales, de buques que quizás vean navegar en su ejercicio profesional”.

Un lugar estratégico

 

En 1963, la UTN creó la carrera de Ingeniería Naval, que comenzó a dictarse en la Facultad Regional Buenos Aires. En 2004, la propuesta formativa desembarcó en el Centro de Estudios Mar del Plata, hoy convertido en Facultad Regional (FRMDP).

Por aquel entonces, “la industria naval se encontraba muy deteriorada y en un período de estancamiento, producto de los embates sufridos durante la década del 90, cuando había desaparecido casi la totalidad de las empresas navieras del país”, contextualizó el coordinador de la carrera en la Regional marplatense, Alejandro Vaccari.

En conversación con el Suplemento Universidad, Vaccari aseguró que “gracias al optimismo y a la visión de aquellas personas que impulsaron la creación de la carrera en Mar del Plata, el empuje de la actividad pesquera y de las empresas que nunca bajaron los brazos, la actividad creció, producto de una industria pujante y cada vez más profesionalizada”.

Estructurada en seis ciclos anuales, la propuesta apunta a formar profesionales en materia diseño y construcción de buques y artefactos flotantes, investigación aplicada, administración de los centros de producción de material flotante y mantenimiento, reparación y tasación de todo tipo de buques. Asimismo, la Universidad posee convenios de prácticas profesionales con distintos astilleros y empresas afines al sector.

En sintonía con “los intereses mundiales de reducción del consumo de hidrocarburos y la eficiencia energética”, el departamento de Ingeniería Naval de la FRMDP trabaja en el desarrollo de “un laboratorio de predicción de resistencia al avance de embarcaciones con el objeto de poder optimizar las formas de los buques para se desplacen por el medio con el menor esfuerzo posible”, anunció el coordinador.

Diseño náutico

 

Frente a las propuestas orientadas a la industria naval pesada, la UNQ lanzó la carrera de Arquitectura Naval en 1992. La oferta evolucionó del título previo de Diseño Náutico, luego devenido en Diseño Naval.

Con foco en la industria naval liviana, Arquitectura Naval “propone formar profesionales para desempeñarse idóneamente en el diseño, proyecto, remodelación y construcción de embarcaciones, con conocimientos en disciplinas muy variadas”, resaltó el director de la carrera, Hugo Tosco, quien remarcó que trabajan para que los graduados tengan “una formación completa, orientada a la planificación racional y segura del proyecto, tanto como del proceso productivo”.

El plan de estudios se estructura en dos grandes ciclos: Inicial, que comprende materias relacionadas a las ciencias básicas e introducción a la náutica; y Superior, que abarca las asignaturas propias de la ciencia aplicada.

Además, “los estudiantes realizan una práctica profesional, ya sea en el Astillero Académico o en empresas de la industria naval liviana, tanto del ámbito nacional como en el exterior”, detalló Tosco y remarcó que “los alumnos tienen la oportunidad de participar formando parte de equipos de diseño y de desarrollo en proyectos de transferencia tecnológica en los que interviene la carrera en la Universidad de Quilmes”.

Desafíos de la industria

 

En diálogo con el Suplemento Universidad, Tosco consideró que “el crecimiento del sector depende de condiciones económicas estables, sin cambios abruptos, con acceso a fuentes de financiación para adquirir equipos de producción, facilitar la exportación de sus productos y desarrollar tecnologías verdes, de materiales, accesorios y productos finales, en el marco de un cambio de paradigma sustentable”.

El director de Arquitectura Naval de Quilmes dijo que es crucial “un modelo de reindustrialización que ponga el énfasis en la integración de todo el entramado fabril, impulsando el desarrollo de las industrias que generen un fuerte derrame hacia el interior del aparato productivo” y que “promuevan el empleo calificado, producto de la recomposición del mercado interno, flexible en cuanto a la integración de partes de importación necesarias para adecuar los productos, y de una mejor y mayor inserción en el escenario internacional”.

Por su parte, Vaccari, de la Universidad Tecnológica Nacional, afirmó que “el sector requiere del apoyo gubernamental y de todos los partícipes, a través de políticas que fomenten el acceso a la financiación y a la provisión de materiales, otorgando beneficios que impulsen la construcción de embarcaciones de calidad en astilleros argentinos y con mano de obra nacional”.

El referente de la UTN consideró que “la industria naval debería incorporarse como parte de un plan estratégico del país en el cual se defina como objetivo la recuperación de la Marina Mercante Nacional”, a fin de “obtener mejores rendimientos en la exportación de comodities, reduciendo el gasto ocasionado por efecto de la contratación de flete a empresas marítimas de bandera extranjera”.

En tanto, Schifman, de la Universidad de Buenos Aires, evaluó que “la industria naval necesita crecer a dimensiones cercanas a las de sus momentos de mayor producción para ser más competitiva y poder desarrollar mejor su cadena de valor”. En ese sentido, agregó que se necesita “un marco de trabajo, que la vigente ley de promoción no alcanza a dar” y “un esquema de financiación y condiciones razonables para evitar la importación indiscriminada de barcos usados”.

Asimismo, consideró que enriquecer la calidad en la formación de ingenieros e ingenieras y la capacidad de las casas de estudios para realizar investigación aplicada, así como aumentar la cantidad de estudiantes y graduados, es crucial para “dar respuesta a la demanda de conocimientos y profesionales de nuestro país de la próxima década”. De lo contrario, advirtió, “seguiremos excusándonos en que solo algunos países desarrollaron la tecnología que necesitamos y que debemos importar o dejar en manos de empresas extranjeras cuestiones estratégicas”.

 

“Desde el punto de vista de la capacidad de generar divisas y de apuntalar nuestras capacidades productivas, no podemos hablar de soberanía sobre nuestra plataforma continental, única en el mundo, y extensas vías fluviales sin una actividad naval nutrida de profesionales altamente calificados y formados en el país”, concluyó el referente de la UBA.